lunes, 12 de mayo de 2008

Ensayo sobre la posibilidad



Porque las monedas tienen dos caras, no sé si habrá más bella justicia que ésta o si quizás sea un mero atentado (suicida) a la balanza. Si ambos lo creemos (o alguno o ninguno), poco importa. Porque siempre lo dije: esa justicia no tiene jurisprudencia sobre lo que tratamos, el Amor está por sobre todo lo demás. Es una cuestión de ser o no. Sí/no. Poco importan los grises, las explicaciones, las causas. Menos la forma -vos lo dijiste alguna vez-. Pero así es ahora. Fue, es, será. No hay demasiado más que eso. Porque los merecimientos no tienen peso. Son sólo palabras, bordes, huesitos, no más.
Justo-injusto. Es Amor o no es Amor. Ahora bien, no por eso vamos a dejar de ser. Uno. Dos. Uno. Dos. Ser nosotros. Antes uno-dos. Quizás luego, dos-cuatro. Multiplicación. ¿Pero dónde está la justicia ahora? Si dos no es igual a uno, si dos no es igual a cuatro. Si vos y yo no es lo mismo que. ¿Y dónde está la justicia, entonces? Si ‘lo que se hace por amor acontece siempre más allá del bien y del mal’. Me es imposible poder hablar de lo que llamamos “justicia”, si no hay “ética” que llegue a poder enjuiciar al Amor. Volvemos a donde estábamos: seguimos sin poder definir si todo esto, que es no-ser, realmente era el bien. Un no-ser víctima nuestra, y no al revés. Quisimos empujar al Amor por el filo de la montaña, sin darnos cuenta que somos nosotros mismos los que luego tenemos que ir a buscarlo para poder, así, volver a subir. Tirarnos a nosotros mismos, en vez de dejar que, en todo caso, sea Él quien nos tire. Porque quisimos ser más que Él. Hacer lo que Él no pensaba hacernos. Pero somos tanto menos. Aceptar que seamos nosotros mismos quienes nos empujemos sería sólo aceptar que lo podemos vencer. Una estupidez.
Rodar. Caer. Tirarnos por puro placer. Y no saber qué nos íbamos a encontrar en el camino, más arriba. Tirarnos por miedo a que nos tire. Siendo el miedo una posibilidad. Lo posible esconde detrás suyo lo imposible. Uno me dijo que ‘no hay otra posibilidad de amor que la que se manifiesta en el amor’. Pero aquella vez decidimos escondernos en la imposibilidad, en vez de encarar lo posible. Simplemente por ese temor, que quisimos disfrazar de poder. Porque tener-que-hacer no es querer-hacer. Hacer es poder, controlarnos, creer que nos controlamos, creer que hacemos lo que queremos. Y al final de cuentas, todo quedó en un patético “hagámoslo, no vaya a ser cosa que tengamos que hacerlo”. Actuar porque no quisimos que, entre las posibilidades, tengamos que hacerlo sin quererlo. Terminamos creyendo que lo hacíamos porque queríamos, cuando en verdad lo hacíamos porque no queríamos.
Y sólo eran posibilidades, variables, comas, boletos. Una decisión abre la puerta de otras decisiones y cierra, tras de sí, la puerta a las que quedaron en el camino. Pero todo esto sucede si nuestra elección es ir hacia delante. Es decir, la propia “posibilidad” depende desde un principio de otra posibilidad: la de avanzar o la de cerrar la puerta, por propia arrogancia, por creer tener el poder, por desechar los corredores y pasadizos en los cuales el propio eco del “hacer” muta en un fantasma. Un error y el espíritu nos echará de su palacio. ‘Pero, ¿para qué arriesgar? ¿Qué mejor que salir por nuestros propios medios?’, pero volver es abrir puertas del pasado, volver por lo que ya era piel. Deshojarnos, desangrarnos, abrirnos el cuero, suicidarnos por temor a que nos maten, por una posibilidad, por una de las puertas. Crear -con un ruido como único material- una enorme fiera de carne y hueso. De un vaso de agua, al propio Aqueronte.
La posibilidad nos dejará una incógnita siempre. En vez de abrir la puerta, nos partimos en pedazos a nosotros mismos, creyéndonos más. Como si cerrar fuera un elixir. Como si abrir, un puñal. Como si poder fuera querer. Como si hacer, morir.




Hache

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre me resulto sorprendente la facilidad con la que logras la escritura. Siempre de lejos y hasta con un poco de celo miraba tu obra, puedo ahora comprender que no habia nada que celar. Me reclino ahora y contemplo con goce tu obra.
Buen comienzo y mucha suerte, veran mucho por aqui a este Damian.
Muy buen ensayo.