miércoles, 20 de agosto de 2008

Hoy es ayer




Hay ciertos momentos en que uno, de repente, sin pretenderlo (acá, de vuelta: la dualidad consciencia-inconsciencia; todo está, sabemos todo lo que hacemos; consciente o inconscientemente, de cualquier forma, lo sabemos), descubre nuevas cosas volviendo a mirar las mismas formas que uno creía recordar de memoria. Pero que resurgen y son. Son.

-Como quedarse hasta tan tarde, que uno sólo escuche colectivos y sirenas. O pajaritos y caballos, según de qué lado se esté.-

Y que hoy es esto. Es reír. Es llorar. Es reír llorando. Es llorar riéndose. Es reírse de que uno se ríe mientras llora, y tentarse, y sin poder (querer) dejar de llorar. Entonces, uno disfruta de llorar (obviamente; por algo nos llevamos bien, no?).
Y me quejo, porque no sé bien porqué lo dulce siempre se lo relacionó con lo feliz, y lo triste, con lo salado (quizás por la misma lágrima, alguno dirá). Pero qué errados que viven tantos. Y qué poco saben, a diferencia de las lágrimas.


Hache


Hoy es ayer. Y mañana es mejor. Siempre.

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