viernes, 21 de noviembre de 2008

Eugenia

Y si los ríos mueren un martes,
verás que ya no hay forma de salir.
Y si los ríos mueren en ninguna parte,
será que es hora de partir hacia allí.

Tu nombre salpica, nos baña de luz,
y si así es la forma, la forma más dulce
de salirnos de nosotros, de encontrar la señal,
la señal de la cruz… divina.

Y las casualidades ya no son tales si hay dos.
Dos, por primera vez, dos segundos.
Dos, por última vez, antes de volverse uno.
Vos, en tu cuerpo ya me hundo.

Fría, la arena donde vives,
la mar, reflejo de los mil Uranos,
de tus ojos de suaves brisas,
de aromas y colores,
del brillo y de tu nombre.



Hache

jueves, 13 de noviembre de 2008

Vivo bárbaro, olímpico y... ¡argentino!




Partamos de la base que para la cultura olímpica el dios mínimo es el record. Hay que batir records de cualquier cosa: hay que superarse. Ser más veloces, más fuertes, más resistentes, más preparados para el Día de la Mutación en el que el nadador será pez, el garrochista, lanza, el velocista, viento, y el lanzador de bala, bala. De esa histeria biológica están hechos los Juegos Olímpicos. Y como agravante, esta última edición se llevó a cabo en el país de los records. Para empezar: en ningún lugar del mundo hay más chinos que en China. Allí todo se multiplica por mas de 1500 millones. Es un país de 1500 millones de desayunos diarios (4500 millones de medialunas), y medio kilo de arroz diario por persona (2250 millones de kilos; no sé cuántas toneladas), si es que sigue gobernando Mao, el Bruce Lee de la Revolución Cultural.
El asunto en cuestión es que por motivo del evento de los records, realizado en el país de los records, despuntaron records nuevos a nivel local, es decir a nivel bares de Buenos Aires, territorio de sabelotodos que esperaron el momento para aplastar moralmente a sus atletas. El porteño vivo (que reiteradas glaciaciones y fumigaciones de arsénico promovidas por el Señor De Angeli, ese espantapajaros chillón, no pudieron exterminar) tomó licencia respecto de sus tareas que consisten básicamente en dar cátedra, pidió un cortado americano y se sentó a ver caer a sus héroes.



Era muy dificil localizar argentinos en la competencia, hasta que apareció uno, el garrochista German Chiaraviglio. Es un joven que practica un deporte sencillo. Hay que correr cincuenta metros, clavar lo que los especialistas llaman pértiga (y yo también, subiendome al carro de la novedad, donde siempre hay lugar para uno más) y elevarse mediante el impulso de la varilla por encima de la marca de cinco metros treinta centimetros, como para empezar a hablar y no volverse a casa. Lo hace cualquiera.
Ahí va Chiaraviglio con la pértiga. Es el dueño del record argentino con cinco metros con setenta y un centimetro, el equivalente a 16,31 penes enteros del rey del porno John Holmes. Chiaraviglio va, corre pensando en su familia y sus amigos de Santa Fe, clava la pértiga-garrocha-lanza e intenta saltar. Fracasa. La lanza casi lo ensarta porque se clava en el piso y no se eleva, y el joven Chiaraviglo pierde y sufre mientras Gonzalo Bonadeo, el periodista omnisciente de TyC Sports, quien, me dicen, ya está en Inglaterra haciendo la previa de Londres 2012, trata de ser discreto con los comentarios.


El porteño vivo, rodeado de otros porteños vivos (créase o no, están por todos lados: en los Palermos y en los taxis; en los estadios y en los teatros), sentado de perfil en su silla trono comienza a desplegar su discurso de cadena nacional: "No, si nosotro' estamo' meado por loselefantes. Que desassstrre. Si no sabealtar, no vayash. Esto es clarito, papá. Nosotros lepagamoselsueldo para que este bobina no levante el culo del piso. Eso es: un bobina. Pero claro, papá. Te indigna. ¿Y sabés por qué le pasa eso? Porque agarra mal el puño de la pértiga. Vosalapertiga la tenés que agarrar así. ¿O miento? Es así, papá. Cómo la va a garrar con los dedos para arriba. Así se te escapa. Le falta técnica. Nosotro lepagamoselsueldo y el tipo no despega. ¡Mamita! No, si por algo fracasa este país. Por suerte se triunfa en el futbol. Esosiquesonprofesionales".

Pero así como ejerce un juicio crítico sobre las imperfecciones técnicas de los atletas nacionales, el vivo de bar sabe apreciar al Midas anfibio, Michaels Pelphs, el Hombre Renacuajo, el misil subacuático que almuerza diez pizzas y cincuenta docena de huevos, y desayuna una docena de alfajores Havana con veinte platos de sopa cabellos de angel y cuatro sandías rayadas (todo sin respirar). Lo ve surcar la piscina que los traductores de detalles llaman cubo y termina el cafecito con una sentencia: "Porque vos fijate como nada ese pibe. Esuntalento. Fijate que ni se moja, es como los surubi. No se moja. No, si estos yankisonunofenomeno. Ellos ven que el tipo camina y le dan casa, comida: como hace Fidel. El unico desasssstre somonosotros".





Buscapies.
(Agosto 2008, Buenos Aires)

domingo, 9 de noviembre de 2008

El valle




Quieto valle,
una paz áspera se huele en tus caminos,
que si río, ilumino; que si miro, sólo escribo.

Vamos a quemar las tierra,
matemos todo lo que nos condena,
que sin ojos ni reglas,
siguiendo el rastro de tu pelo, el agua suena.

Y las lunas contemplás, en tu valle,
y las escondés, porque no debés,
porque tus pies se quiebran,
como el alma con el vino.

Quieto valle,
una voz risueña se oye en tus caminos,
que si oigo, sigo; que si miro, sólo esquivo.




Hache