miércoles, 18 de febrero de 2009

El muelle




Abandonado muelle, que resistes el tiempo,
bastante mejor que nosotros,
y no más solitario que cualquiera que te encuentre.
Ya pronto moriré y tú te irás conmigo,
así como toda montaña que te rodea,
y seremos larvas, un mar blanco,
un enorme esperma de muerte,
donde siempre algo nace.
Allí conoceré tu vida,
Aprenderé a caminar por sobre el calendario,
Inmóvil y vibrante como todo tu paisaje.

Mis pies quedarán arrugados
y, envueltos en la tierra,
me someterán a viajar sintiendo las diferentes corrientes,
de lagos, arroyos y vertientes,
que relatarán las historias de las altas montañas,
de las pequeñas piedras húmedas que besaron.
Sentiré en las pequeñas vegetaciones
los periódicos amores que se enfrentaron a lo irreparable,
hasta la abdicación, el abandono,
el desamarre, el desamor.

El culto a la palabra, a las letras
que lo dejarán a uno mudo, ya en la muerte,
o desde el nacimiento. La letra muda.
La C me llama.
La S me calla.
Finalmente no me preocuparé más.
Liquidaré todo lo que me agobia,
toda palabra; y sólo rescataré una letra,
la única que me deja ahogarme en tu paz.



Hache

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