viernes, 21 de noviembre de 2008

Eugenia

Y si los ríos mueren un martes,
verás que ya no hay forma de salir.
Y si los ríos mueren en ninguna parte,
será que es hora de partir hacia allí.

Tu nombre salpica, nos baña de luz,
y si así es la forma, la forma más dulce
de salirnos de nosotros, de encontrar la señal,
la señal de la cruz… divina.

Y las casualidades ya no son tales si hay dos.
Dos, por primera vez, dos segundos.
Dos, por última vez, antes de volverse uno.
Vos, en tu cuerpo ya me hundo.

Fría, la arena donde vives,
la mar, reflejo de los mil Uranos,
de tus ojos de suaves brisas,
de aromas y colores,
del brillo y de tu nombre.



Hache

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