miércoles, 14 de mayo de 2008

Un adiós


Hoy nada que nada y un poco muerto, me llevaste con vos en parte. . . el amor más sincero que ha existido en mi vida, enterrado bajo un árbol. Hoy todavía lloro por lo feliz que fui a tu lado. Más muerte de la mano de aquel Edipo que hoy se pudre al lado de su madre... de la misma manera que vivió su vida, en segundo plano... viéndote ahora, te veo por primera vez desde afuera... ¡cómo no te iba a ver desde adentro si te vi nacer, vivir y morir y hasta tu tumba cavé con estas manos! Sembré un perro, el segundo de aquel año.

"Quiero que estés a mi lado cuando la hora de partir para siempre haya llegado. He de gozar, mi agonía se ha marchado despedida por tu mano bienhechora. Como un mustio rosal que se desflora, han de caer mis fuerzas agotadas y velará mi cáliz deshojado la sombra de tu imagen protectora. Y así, mi vida verás cómo se ausenta mientras una sonrisa macilenta ha de tallarse en mi faz marmolizada; y a ti, mi amor, el que trocó mi suerte, has de ser mi camarada hasta la muerte, amado en vida y tras la vida amado."

Esta canción me recuerda al momento en que te ayudamos a morir. Mis caricias en un cuerpo aún caliente mientras mi vida se desgarraba por una grieta mucho más profunda y prolongada en el tiempo de lo sospechado en el momento. ¿Cuánto de tu fisiología aún se mantenía mientras yo te tapaba con la misma tierra que habrá de cubrirme algún día? Las larvas de mosca que te comían en vida y que también maté al enterrarte no abandonan mi memoria.
Anoche soñé con vos, amor incondicional, mi maestro de vida...¿quién más me hubiera enseñado la muerte? Soñé que escondido en el follaje de un árbol movía las ramas y vos me mirabas con tu sabia mirada que ni el más distraído de los humanos pudo ignorar al nombrarte por vez primera. Estabas viejo, con el cuerpo relajado pero tu mirada me decía tanto más; me decía "te estoy viendo, dejá de esconderte, ya sé la verdad, que estás ahí metido, ya de una vez salí". Desperté tiritando de frío y con un vago dolor en la rodilla...tal vez por andar escalando árboles entre sueños...¿Cuánto hace que sepulté tu cuerpo?...tres años...creo que nunca voy a lograr olvidar tu enseñanza última y mayor. Me domesticaste bien en esos años.


Tantas, tantas, infinitas, tantísimas gracias de éste, tu humano incondicional.





Buscapies.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué lindo leerlos (: